No
es complicado sentirse emocional e intelectualmente motivado a ver la
última pieza de Linklater, aquel joven que nos volvió locos con
School of Rock en el 2002 y que nos brindo una de las
trilogías más férreas (narrativamente hablando) que se han
concebido en la historia del cine. 12 años de filmación, un pequeño
período en el tiempo para ello. Mismos actores, adaptación pura del
guión a lo que la biología haga del protagonista...muchos
atractivos tenía a priori la ya muy afamada Boyhood, un verdadero éxito entre el público y la crítica.
A
eso le sumamos el honor de ser mi primera review oficial. Los invito
a leer, dudo mucho que salgan lastimados.
Rock.
Rock es lo primero que oímos, aunque no lo último. Nuestro
protagonista, Mason, contempla el cielo. Admirando el bello arte de
las nubes es como Linklater nos presentar al infante, recién
terminada su jornada escolar. Desde ese primer fragmento, ya podemos
presentir que el muchacho tiende a la contemplación. Ya tenemos algo
en común, el público ya tiene algo en común con el ''héroe''.
Mason, a través de 12 años. |
La
sencillez del argumento no debería desconcertar a nadie, ya que lo
que he visto del director no demostraba mucho laburo en el rubro
''plot''. Y eso no es ningún problema, jamás lo es. La película no
es más que una biografía ficticia del crecimiento de este niño,
una oportunidad de conocer sus logros, y de entender sus defectos. No
sólo de él, sino de sus padres y hermana. Desde su tierna infancia,
hasta su primer momento en la universidad. Eso es todo, y mucho más.
Primero
lo primero, la dirección. Se nota que está en el pico de su
carrera. Desde que lanzó Me
and Orson Welles en el
2008, Linklater no para. Es un ascenso impresionante, 4 películas en
las que demostró su capacidad para manejar diversos géneros, con
destreza inusitada. Y ésta nueva película es el pico horizontal,
constante, en el que espero que se mantenga. Aquí se decide por un
estilo más elegante de lo que esperaba. Es fluido, confiado,
discreto y hasta emotivo. Saber que después de la escena que estás
viendo, sigue otra igual o más atractiva, es el gran mérito del
director de Dazed and Confused (1993). Es tal su tino en el manejo de la puesta en escena, que uno no puede evitar sentirse ubicado todo el tiempo. Me refiero a ubicado junto a los
personajes, a Mason y su constante búsqueda de sí mismo. Es un
alivio ver a un director tan estilizado, laburar con un proyecto
épico y microscópico. Este apartado parece justificar la entrada
por sí misma.
Alguien está feliz. |
Creo
que es un mérito enorme del guión y de los actores hacer que los
padres, a los que ni siquiera conozco de nombre, sean tan queribles y
creíbles. Sin lugar a dudas, el diálogo que nos brinda Linklater no
es nada de otro mundo. No es potente, no es rompedor. Pero aún así
estás dispuesto a oír lo que dicen estos personajes. Ya sea Sam
(hermana del protagonista, ejecutada con mucha simpatía por Lorelei
Linklater) o Papá (Ethan Hawke, quién ya nos tiene ganados por
''Before...'', y
aquí vuelve a demostrar su naturalidad como intérprete),
todos tienen asignados diálogos que no maravillan, pero sí que nos
atraen. Otro puntazo para Linklater, y quizás para Arquette,
Coltrane, Hawke y todos los implicados. Todos sabemos cuánto le
gusta la conjunción a Linklater. Ya que la mencioné, emocionante la
actuación de Arquette, como madre defectuosa y corajuda. No sé si
habrá nominación o no, pero cumple poderosamente con la idea de
Mamá.
Ese corte de pelo horrible. |
Con
una fotografía preciosa y delicada de Lee Daniel y Shane Kelly,
acompañada de la efectiva edición de Sandra Adair (166 minutos que
se pasan volando); podemos decir que estamos ante la coming-of-age
definitiva (a eso venía
lo de ''definamos el género'') y fue un placer apreciarla en el
cine.
Lamenté
la carencia de un mejor amigo para nuestro protagonista, pero tuvo
suficiente amigos fugaces como para empatizar con él. Aparte de esa
pequeña ''falla'', la película rinde muy bien. Como producto
entretenido y como impresionante obra de arte.
Veredicto:
Sus 166 minutos pueden espantar a algunos, pero no se deberían acobardar, estamos ante una de las películas más entretenidas del
año. No posee pretensión pseudo-artística, ni boludeces a la Godard. Las referencias pop abundan, son una guía más en las
imprescindibles transiciones en el tiempo. Linklater se destaca con
una dirección pulcra, lúcida y estilizada, más que nunca. Todos
los actores están profundamente convincentes, sin poder destacar a
ninguno por encima de otro. Sobria, plácida, energética y,
posiblemente, la envidia de Malick, Boyhood
penetra en la historia del cine como otro gran aporte por
parte de un director ya alineado con la genialidad.
Nota:
10/10, o sea, ¡peliculón!